Reforestación con árboles autóctonos en el Cerro Champaquí, Traslasierra, Pcia. de Córdoba.
Por la Fundación de Actividades Biosféricas, Área Restauración Ecológica
1. Restauración Ecológica de las Sierras Grandes de Córdoba, Argentina.
Las Sierras de los Comechingones, llamadas Sierras Grandes por ser el principal cordón montañoso de la provincia de Córdoba – en el centro mismo de Argentina-, son unas de las montañas más antiguas del planeta, elevándose hasta casi tres mil metros de altura con el Cerro Champaquí. Este es uno de los pocos lugares donde todavía podemos encontrar bosques de Polylepis australis, árbol de la familia de las rosáceas. Es llamado “tabaquillo” por su corteza dorado-rojiza en forma de láminas finas –parecidas a las hojas de tabaco-, que protegen el tronco y las ramas de modo que resistan las bajas temperaturas y las inclemencias de su hábitat, a más de mil quinientos metros sobre el nivel del mar. Es el único árbol que llega a hacer bosque en tales alturas, acompañado por el “maitén” (Maitenus boaria) y arbustos nativos.
Los bosques de tabaquillo ordeñan las nubes: absorben su humedad y la entregan a la tierra, siendo esenciales para la preservación del agua, que es la base de la vida en todas sus manifestaciones. Especialmente en ecosistemas como estos, al oeste de los cerros más altos, que hacen como un muro de contención para las nubes que vienen del este y por ello en el valle de Traslasierra las lluvias resultan escasas, concentradas en el verano y de carácter torrencial.
Los bosques de altura –principales proveedores de agua para los ríos, arroyos y poblaciones a un lado y otro de las Sierras de Córdoba- han sufrido una continua deforestación y quema desde hace más de dos siglos, llevando a grandes áreas hacia la desertificación. La tala de bosques, sea por explotación forestal, por la ganadería inadecuada para zonas de montaña o por emprendimientos mineros, entre otras cosas, ha producido serios problemas ambientales, asociados a la disminución de cobertura vegetal y al empobrecimiento de los hábitats naturales. Resulta alarmante la erosión y pérdida de fertilidad de los suelos, así como la eliminación de especies autóctonas, con las consiguientes alteraciones de los ciclos climáticos que todos estamos padeciendo, cada día de forma más evidente, en todo el planeta.
Las actividades humanas han alterado la capacidad de estos ecosistemas para autoregenerarse. El ser humano llegó a convertirse en una fuerza geológica tan destructora como los terremotos y huracanes, y más...
Para detener el impacto de la erosión y permitir una paulatina recuperación, se requieren acciones de restauración del ambiente natural: en las áreas más degradadas
no alcanza con la mera conservación. Al regenerarse los bosques, también se optimiza la captación del agua y de todos los otros recursos naturales a ella relacionados. Sólo trabajando en la restauración y conservación es posible revertir la situación crítica provocada por el uso desmedido de los recursos naturales, que son un bien común no solo para los humanos, sino también para todas las otras especies con que compartimos la Tierra.
2. Los bosques de Tabaquillo (Polylepis australis)
Al recorrer estas sierras, vemos que muchas vertientes fueron secándose, al quemarse sus bosques y erosionarse los pastizales de altura, siendo cada vez menos los cursos de agua permanente. Casi nadie recuerda que son los bosques de tabaquillo, que crecen en estas alturas, los que nos traen el agua a los valles y pueblos. Los bosques traen lluvias. En las partes más altas, donde se posan las nubes, los bosques absorben la humedad ambiental y hacen que las nubes se queden
sobre ellos, así es que las ordeñan con sus hojas y raíces.
Los bosques retienen el agua. Sólo donde hay mucha vegetación el agua sigue fluyendo todo el año. La vegetación frena al agua y hace que se libere de a poco, almacenándola entre las raíces de un suelo esponjoso y encausándola hacia los arroyos. Los bosques regulan la escorrentía. Donde no hay bosques, cuando llueve fuerte el agua baja tan rápido que no se puede aprovechar y termina lavando la tierra –produciéndose también derrumbes y aluviones. En cambio donde hay bosques, las copas y raíces de árboles y arbustos reducen la fuerza con que pega la lluvia en la tierra, y así evitan la erosión del suelo. Los bosques filtran el agua. El suelo orgánico de los bosques es como una esponja que almacena el agua a la vez que la va filtrando: sus impurezas y sedimentos son descompuestos por la gran cantidad de microorganismos que vive en el suelo de los bosques. Cuanto menos hojas y raíces, menos filtro hay para ese caudal permanente que es el ciclo hidrológico: a nadie le conviene desperdiciar el recurso más valioso que tiene la vida.
Otros beneficios de los bosques de altura, además de su valor paisajístico encantador, son los nutrientes que aportan, las plantas medicinales y aromáticas, la madera y el refugio para muchos animales autóctonos en peligro de extinción. Desde antiguo fue valorado el microclima de estas sierras, gracias al equilibrio ambiental que los bosques sostenían y que rápidamente va cediendo; a medida que las quemas incontroladas avanzan cada invierno, acabando casi con los últimos bosques nativos que se refugian entre peñas escarpadas y cañadas profundas.
3. Preservando el agua
Si tenemos en cuenta que el agua es lo que nos sostiene en la vida, -lo que más necesitamos para vivir y crecer-, entonces nos damos cuenta de lo fundamental que es preservar el recurso hídrico de modo que no se pierda ni se agote - amenaza que se cierne sobre todo el planeta por el recalentamiento global.
Como humanos, podemos hacer algo con el agua en tres momentos de su recorrido: primero restaurando ecológicamente las cumbres con sus vertientes, luego en las obras hídricas mediante el saneamiento constante de la red, y siempre en las casas y campos usando el agua de
un modo responsable. Estos son los tres ámbitos en los que podemos hacer algo concreto para mejorar la situación. Un uso sustentable del agua es un uso equilibrado, equilibrante: más que un modo de gastar el agua es un modo de mantenerla fluyendo sin que se agote ni se pierda, es más, logrando en lo posible que con su utilización crezca la cantidad disponible de agua, en vez de menguar.
Esto se puede lograr de varias maneras, pero sobre todo reforestando, implementando reservorios y canales bien mantenidos y cultivando un uso consciente tanto en casa como al regar. Quienes están lejos de las montañas también tienen que saber de dónde viene el agua que beben y que no es inagotable, y que cuidar los bosques y reforestar se hace necesario para conservar el recurso hídrico de aquí en adelante. Es una urgencia que pocos ven pero está siempre ahí, reclamando atención y acción desinteresada, por el bien de las próximas generaciones y de nosotros mismos. Por estos motivos es tan importante proteger los bosques y promover proyectos de reforestación y conservación de bosques nativos, sea organizándolos para la propia zona o participando como voluntario en los que se encuentran ya en marcha en distintos lugares de esta sierra y de otras regiones.
4. Reforestación del Cerro Champaquí
El proyecto de reforestación “Ordeñando nubes”, realizado por la Fundación de Actividades Biosféricas como objetivo principal del área Restauración Ecológica, busca conservar la biodiversidad, las funciones ecológicas y la diversidad sociocultural en el límite sur de la Reserva Hídrica Provincial de Achala, activando así el plan de uso público previsto por la Provincia para esta zona y valorando los servicios ambientales que prestan nuestros bosques y quienes los habitan.
Según estos planteamientos básicos – científicamente avalados por la Cátedra de Ecología de la Universidad Nacional de Córdoba-, podemos sostener la analogía entre ordeñar nubes y plantar tabaquillos como resultado principal de esta actividad propiamente biosférica, de cooperación integral con la naturaleza que nos engloba.
Durante los años 2005 al 2007, con las Asociaciones de Vecinos locales, puestos de montaña, voluntarios y expertos, comenzamos los trabajos de restauración ecológica en las nacientes del arroyo Los Molles, a más de dos mil quinientos metros de altura en la ladera oeste del Cerro Champaquí.
Desde el año 2008, establecida la Fundación, cada día contamos con más aliados y mejores recursos, así como con mayor superficie disponible para cumplir con esta tarea y con el apoyo de las autoridades competentes en el área, plantando miles de árboles y ayudando de todas las formas posibles a que los bosques crezcan. Al cultivar esta iniciativa y difundirla de todas las formas posibles, nos une una misión urgente, no hay tiempo que perder: requiere trabajar con perseverancia durante decenios para poder ver frutos tan nobles: más bosques, más agua, aire, tierra: más y mejor vida para todos…
Cada año se organizan cursos y voluntariados de reforestación en nuestro centro en Traslasierra: subimos a juntar semillas de tabaquillo en los bosques de altura, hacemos plantines y los plantamos año a año en zonas bien protegidas entre las cumbres. Y la tarea recién comienza...
Para ayudarnos a cumplir esta misión en mayor escala y con mejores herramientas, se agradecen donaciones en la cuenta de la Fundación de Actividades Biosféricas, indicando:
Proyecto de Reforestación “Ordeñando nubes”.
Más información: abreforestacion@gmail.com
ver en youtube: http://www.youtube.com/watch?v=Grd3bvGUzR8
